10/12/2025
Gran Hotel Balneario de Puente Viesgo: el bienestar también cuida el clima
A orillas del río Pas, con más de un siglo de historia y aguas termales disfrutadas desde hace siglos, este balneario cántabro combina relax y naturaleza con paneles solares, geotermia, compromiso verde y una huella de carbono compensada.
Impacto consciente
Arantza García
Cuando uno pisa el Gran Hotel Balneario de Puente Viesgo, situado a unos 28 kilómetros de Santander, al abrigo del Monte Castillo, lo primero que impresiona es el silencio y la calma del entorno: los árboles, el río, la brisa, el canto de algún pájaro. Aquí no hay prisas. Y eso parece contagiar a quienes acuden a este singular enclave, donde el bienestar se construye sobre tradición, agua mineromedicinal y naturaleza preservada. La fama de las aguas de este balneario se remonta al siglo XVIII, cuando las cualidades termales de sus manantiales se valoraban en las antiguas casas de baños propiedad de la familia Corcho. En 1888 obtuvo la Medalla de Oro en la Exposición Universal de Barcelona, reconocimiento que subió el listón de lo que significaba «curarse con aguas». Llegado el cambio de siglo, personajes como Benito Pérez Galdós o Menéndez Pelayo visitaron Puente Viesgo y se hospedaron en su casa de baños, reconstruida en 1898 a causa de la lucha contra las crecidas del río Pas, testigo inseparable de su historia.
Una historia de cuidados
Con los años hubo épocas de gloria, seguidas de décadas en que el abandono parecía inevitable. No fue hasta 1990 que Manuel Pérez Mazo tomó las riendas, renovando casi por completo el complejo: nuevas habitaciones, modernización, servicio cuatro estrellas, instalaciones termales equipadas para competir con cualquier spa moderno y la creación del restaurante El Jardín. A partir de entonces, cada mejora y ampliación (una piscina exterior, jardines, un gimnasio renovado, nuevas habitaciones) reforzó no solo la comodidad, sino el vínculo con el paisaje, con esa preocupación por el entorno que hizo que este balneario fuera pionero en Cantabria al obtener la certificación ARC360 de Sostenibilidad Regenerativa Competitiva. Esta norma, verificada por EQA, obliga a cuidar lo ambiental, pero también lo social, lo económico y lo cultural. Los dueños del complejo no se limitan a hablar de sostenibilidad, sino que la construyen: políticas internas, verificaciones independientes, objetivos públicos…
Historia e innovación
Su carácter histórico no ha estado reñido nunca con la innovación, al revés. Además de haber instalado paneles solares distribuidos en sus instalaciones para generar parte de la electricidad vía energía solar y así rebajar el impacto de fuentes fósiles, han puesto en marcha un sistema geotérmico con agua termal (con temperaturas que emergen a unos 36 ºC) que permite reutilizar ese calor para la calefacción y otros servicios, lo que se traduce en ahorros de alrededor del 80% en consumo energético tradicional. Este sistema se enmarca dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Unión Europea, lo que añade un nivel más de responsabilidad compartida. También cuentan con un control informático del caudal de agua del manantial para extraer solo lo necesario en cada momento, evitando derroches, y políticas internas como iluminación LED o sensores de presencia para las zonas comunes, que ayudan a que la factura ambiental sea más liviana.
Una parte especialmente destacable es que ha calculado su huella de carbono en 2024, que recoge el impacto de luz, calefacción, personal o servicios. Y en lugar de quedarse en los números, lo ha compensado. Lo ha hecho a través de CeroCO2, con un proyecto de cocinas mejoradas en Uganda, lo que implica que por cada tonelada que contaminan, se recupera reduciendo la contaminación en otra parte del planeta. Además, pertenece a la comunidad Hostelería #PorElClima, comprometiéndose a seguir directrices claras para reducir emisiones, gestionar residuos, optimizar el agua y la energía.
Pequeños gestos
En el Gran Hotel Balneario de Puente Viesgo saben que la sostenibilidad no es solo cosa de grandes decisiones empresariales, sino también de los pequeños gestos cotidianos de cada visitante. Desde la recepción hasta la habitación, todo está pensado para que los huéspedes puedan contribuir a cuidar el entorno. Por ejemplo, las chanclas para el spa están elaboradas con materiales reciclados y producción responsable, lo que nos recuerda que incluso algo tan simple como caminar puede hacerse con respeto hacia el planeta. En el baño los botes de amenities han sido sustituidos por dosificadores de gel y champú, lo que reduce notablemente el consumo de plásticos y el desperdicio. En el aparcamiento, las plazas con cargadores permiten a quienes viajan en coche eléctrico continuar con sus hábitos sostenibles en su viaje. Y, para completar, el hotel ha instalado papeleras de reciclaje diferenciadas en distintos puntos, de modo que los clientes pueden seguir separando residuos, igual que en casa.
Estas acciones no están aisladas: conviven con la historia y naturaleza que caracterizan este complejo. El entorno natural –el monte, el río, la flora autóctona– es escenario de relax y, a la vez, el motivo por el que se adoptan decisiones pensando en el futuro. El Gran Hotel Balneario de Puente Viesgo es la prueba de lo que puede hacer la hostelería cuando se toma en serio el clima.