Adoptar prácticas sostenibles no es sólo una elección para diferenciarse, sino una necesidad prioritaria para reducir la huella ambiental y, además, una oportunidad para ganar en eficiencia. La economía circular surge de imitar a la naturaleza, donde todo tiene valor y todo se aprovecha.
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María Cuervo
El círculo ha simbolizado desde hace mucho tiempo la continuidad, la totalidad y la conexión infinita. En la naturaleza, vemos ciclos interminables: el día y la noche, las estaciones del año, el baile entre la pleamar y la bajamar… De manera similar, la economía circular adopta este concepto de ciclo perpetuo para nuestros recursos y materiales. En lugar de seguir un modelo lineal de extracción, producción, consumo y eliminación, la economía circular busca cerrar este ciclo, manteniendo los recursos en uso durante el mayor tiempo posible.
Imagina un mundo donde nada se desperdicia y todo tiene una segunda vida útil. Este enfoque de la economía busca romper con el modelo tradicional de «usar y tirar». En lugar de extraer recursos, fabricar productos y luego desecharlos, la economía circular promueve la reutilización, la reparación y el reciclaje. Es como un ciclo continuo donde los materiales se mantienen en uso a través de diferentes vidas. Podemos afirmar que el sector de la hostelería aumenta cada vez más su concienciación y va adoptando, poco a poco, la filosofía circular, que supone una alternativa de consumo y una revolución a todos los niveles.
Acción contra el desperdicio
En España, se calcula que cada año se desperdician 4 kilos de alimentos por persona en el sector hostelero, siendo uno de los países de la Unión Europea donde menos comida acaba en la basura (la media es de 12 kg por persona). Sólo le superan Croacia, Italia, Lituania, Hungría y Eslovaquia. Además, está muy lejos de otros sectores, como el de los supermercados, que alcanza los 7 kilos,según datos de Eurostat.
La Comisión Europea ha planteado una serie de propuestas en torno a la transición de la economía lineal a la circular relacionadas, entre otros asuntos, con el control del despilfarro alimentario. Con las medidas, enmarcadas dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible(ODS), la institución europea pretende reducir de forma radical los desperdicios alimentarios, que suponen 252 millones de toneladas de CO2 anuales. Para 2030, se exige reducir un 30% per capita dicho desperdicio alimentario, tanto en supermercados como en restaurantes y hogares.
En España, la eficiencia de los recursos disponibles, valor clave para medir el aprovechamiento de las materias primarias y secundarias y su evolución, por tanto, hacia una economía más circular, ha aumentado un 20% desde 2013: desde los 2,6 euros por kilo a 3,1,según Eurostat. Es decir, el aprovechamiento económico de nuestros productos es mayor ahora que hace una década, y también está por encima de la media de los países de la Unión Europea, como puede apreciarse en el siguiente gráfico.
El «usar y tirar» no tiene futuro
La era del usar y tirar está cada vez más lejos. También en los bares, cafeterías y restaurantes. Según datos de laCámara de Comercio de España y Mapfre, un 61,1% del sector hostelero utiliza materias primas secundarias o materiales reciclados en su proceso productivo, por encima del comercio (60%) o la construcción (49,5). Aun así, todavía existe mucho desconocimiento sobre la economía circular: solo el 31,5% de las empresas del sector conocen este modelo frente al 56% de la industria o al 46,3% del comercio.
La economía circular desempeña un papel fundamental en la reducción de emisiones al evitar la extracción de materia prima virgen. Al reutilizar y reciclar materiales, se disminuye la necesidad de extraer nuevos recursos de la tierra, lo que a su vez reduce la huella ambiental asociada con la extracción, el transporte y el procesamiento de materias primas. El objetivo principal de estas prácticas es mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero y promover un sistema más sostenible y eficiente en el uso de recursos. Así, el sector de la hostelería demuestra que cada vez tiene más en cuenta la regla de las 7R (rediseñar, reducir, reutilizar, reparar, renovar, recuperar y reciclar) para preservar el medioambiente y gestionar los recursos disponibles de la manera más adecuada posible, alargar la vida útil de los productos y evitar el derroche de esos recursos finitos.
Y es que sacar el máximo rendimiento a los recursos, reduciendo al mínimo la generación de residuos, también es clave para conseguir un sistema más circular. Y eso incluye desde compras sostenibles (basadas, por ejemplo, en productos de cercanía o concebidos desde la agricultura regenerativa), un consumo responsable (aprovechando al máximo los alimentos) o una gestión de residuos eficaz, que pasa también por un diseño ecológico.
Mejor para el medio ambiente
Una parte esencial de esta eficiencia económica radica en cómo gestionan los recursos, como la comida. En la industria alimentaria, cada gramo aprovechado representa ahorro y valor añadido. Reducir el desperdicio alimentario no solo significa reducir costes, sino también demostrar compromiso con la sostenibilidad y la eficiencia. Lograr minimizar el desperdicio de alimentos no sólo está optimizando su rentabilidad, sino que también está haciendo una contribución significativa hacia un sistema alimentario más justo y sostenible.
Los establecimientos que adoptan prácticas circulares no solo contribuyen positivamente al medio ambiente, sino que también encuentran oportunidades para mejorar su eficiencia operativa, económica y su reputación entre los consumidores conscientes. Al integrar los principios de la economía circular en sus operaciones diarias, estos negocios están liderando el camino hacia un futuro más responsable y respetuoso con el planeta.
En definitiva, avanzar hacia una economía circular alineadas con las indicaciones europeas generará importantes beneficios como reducir la presión sobre el medio ambiente, mejorar la seguridad de suministro de materias primas, el aumento de la competitividad y de la innovación, así como disminuir las emisiones al fomentar un uso más eficiente y responsable de los recursos disponibles.