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Impacto consciente | 01/04/2024

Por Sol Acuña

Ruta por Oviedo: comer bien mientras se actúa por el clima

Como Capital Española de la Gastronomía 2024, Oviedo se convierte en un lugar de encuentro para descubrir platos, paisajes y acciones climáticas. Presentamos una ruta por algunos de los establecimientos que más cuidan el clima.

Asturias lo tiene todo: playas, montaña, cultura y, por supuesto, una de las mejores gastronomías de España. Comer en el Principado es una verdadera experiencia. Gracias a sus cachopos, fabadas, sidras y quesos, Oviedo se ha convertido en la Capital Española de la Gastronomía 2024. Sin embargo, más allá de su savoir faire culinario, los hosteleros de Oviedo tienen algo más que ofrecer: un compromiso irrenunciable con la lucha contra el cambio climático. A continuación, te presentamos cuatro lugares donde disfrutar de la gastronomía y la ecología.

 

El Loco del Pelo Rojo

En una de las calles más céntricas de Oviedo, la calle Fruela, hay un gastrobar de moda que se encuentra en la planta baja del Hotel Fruela. El establecimiento ha venido trabajando desde el año pasado para obtener la certificación S de Sostenibilidad Turística del Instituto de Calidad Turística Española, priorizando así el cumplimiento de los ODS.

Iluminación de bajo consumo, sensores, adquisición de electrodomésticos energéticamente eficientes o la supervisión del consumo eléctrico como medida de seguimiento y control son algunas de las medidas que el establecimiento ha implantado para alcanzar el ODS 7 (Energía asequible y no contaminante). «Todo lo que sea colaborar con la sostenibilidad y el medio ambiente está dentro de nuestro ADN», asegura el director general del hotel, Fernando Corral.

La reducción del desperdicio de alimentos, de desechos sólidos y la promoción de un turismo responsable (ODS 12 – Producción y Consumo Responsable) es otro de los objetivos del establecimiento. Así, aprovechan alimentos sobrantes de uno de sus hoteles de la propiedad –Munia– para su posterior utilización en el gastrobar del Hotel Fruela. Este negocio prioriza la compra de productores de kilómetro cero y se aseguran de que sus proveedores y servicios externalizados cuenten también con certificaciones de sostenibilidad.

«Ha sido bastante esfuerzo, sobre todo de carácter humano y económico, porque la certificación es costosa; sin embargo, el beneficio está basado en la imagen que proyectamos y en los ahorros energéticos», explica Corral.

 

Green Republic

Cerca de la Universidad de Oviedo, Joanna Wilinska y Juan Carlos Borrella regentan Green Republic. El verdor que evoca su nombre atrae a una clientela que ya tiene implantado el chip de conciencia ecológica. Aunque no por eso han dejado de realizar acciones de concienciación: «Intentamos hacer comunidad y pedagogía ambiental en una cafetería de barrio, además de acciones como consumir el mínimo de agua, usamos electricidad en lugar de gas y contamos con un proveedor de energía 100% renovable», cuenta Borrella.

Uno de los principales beneficios con los que cuentan es la disminución del desperdicio de comida gracias a medidas como animar a que sus clientes traigan sus propios termos de café o envases, que esterilizan ellos mismos en el restaurante. Además de obtener sus materias primas de productores locales, Wilinska es una joven agricultora, por lo que cuenta con una plantación de hortalizas propias que provee a la cafetería.Y también apuestan por un estilo de vida con el medio ambiente en el centro de sus acciones cotidianas.

«Utilizamos siempre el transporte público para ir a trabajar y si por alguna razón necesitamos transportar algo, alquilamos una furgoneta eléctrica», afirma Borrella. Su próxima gran lucha es la obtención de un contenedor amarillo por parte del ayuntamiento para poder gestionar mejor sus residuos plásticos, ya que son los que más se generan. También están valorando la implantación de uniformes 100% ecológicos «para no usar camisas de producción en masa», puntualiza.

El restaurante Las Tablas del Campillín ha logrado ahorrar cerca de 2,59 toneladas de CO₂

La Finca Sidrería Agrobar

La Finca Sidrería Agrobar está ubicada en la calle Gascona, El Bulevar de la Sidra, una de las calles sinónimo del buen comer en Oviedo. Sus iniciativas ecológicas se trasladan hasta su carta, ya que sus productos son de kilómetro cero, garantizando un sabor 100% asturiano. Las fotos de vacas, huertas y queserías que decoran sus paredes muestran su transparencia a la hora de trabajar con sus proveedores: «Todo el mundo sabe con quién trabajamos cada producto, toda nuestra verdura es ecológica y los clientes están muy contentos». Y añade: «¡Estamos siempre a tope, así que algo estaremos haciendo bien!», asegura entre risas Pedro Almendro, jefe de cocina.

Así, el restaurante garantiza una calidad en el producto con la que pocos pueden competir, carnicerías, queserías, granjas ecológicas, bodegas de vino y sidrerías de altísima calidad favorecen a los productores locales y dan una calidad en el sabor como ninguna otra. «Hay que salvar el planeta y eso no nos supone ningún esfuerzo como restaurante, solamente un poco más organización», explica el cocinero.

Por otro lado, este «agrobar» aprovecha el agua al máximo, utilizando reductores de caudal en todos los grifos que ahorran hasta un 50% el consumo de agua. Y no solo eso, sino que priorizan la utilización de envases de vidrio por encima de envases plásticos o envases de un solo uso. En cuanto a la reducción del consumo de energía, La Finca ha instalado sensores y apuesta por el uso de bombillas LED para ahorrar hasta un 90% de energía en comparación con las bombillas incandescentes.

Pedro Almendro (La Finca Sidrería Agrobar): «Hay que salvar el planeta y eso no nos supone ningún esfuerzo como restaurante, solamente un poco más de organización»

Las tablas del Campillín

Ubicado en el barrio del Campillín, Las Tablas de Campillín es una apuesta segura para disfrutar de la gastronomía de Asturias. Sus dos platos estrella, el cachopo y el pote asturiano, han recibido premios a nivel local, autonómico e incluso nacional. Lo más increíble de todo es que en este local podrás disfrutar de una la legendaria fabada, de un pastel de cabracho o una buena ternera asturiana con una huella de carbono muy reducida, gracias a las razas autóctonas con una alimentación fundamentada en el aprovechamiento de recursos naturales. Los animales se amamantan con leche materna durante los primeros meses de vida, y su alimentación se suplementa con pasto, forraje, cereales y leguminosas.

En Las Tablas del Campillín se han tomado en serio el problema global del desperdicio alimentario y ahí centran principalmente su acción climática. Gracias a varias herramientas, como la aplicación Too Good to Go, el restaurante no solo ha cumplido su objetivo de no desperdiciar más de 1.000 comidas en tres años, sino que también ha logrado evitar cerca de 2,59 toneladas de CO2e (Carbono y gases equivalentes). Además, tiene en cuenta la reutilización de los envases de vidrio así como el uso responsable de la iluminación con un sistema de detección de presencia para el ahorro de energía.