Santander: sabor, sostenibilidad y compromiso en la costa norte

Santander es una ciudad donde la cultura del buen comer no es una opción, sino una forma de vivir. Su historia marinera, su vinculación con la nobleza y su clima suave la convierten en un destino amable y sabroso. A esa identidad se suma un nuevo ingrediente que gana presencia en los últimos años: la sostenibilidad. La hostelería cántabra ha entendido que cuidar el planeta es también cuidar el producto, el paisaje y al comensal. En un contexto de emergencia climática, bares, restaurantes y cafeterías de la ciudad están implementando medidas concretas para reducir su huella ambiental. Y no son pocas: más de 685 acciones climáticas se han puesto en marcha en el sector hostelero local, combinando iniciativas públicas y privadas con un objetivo común: hacer de Santander un destino gastronómico comprometido con el futuro. Esta ruta recorre algunos de los establecimientos que están liderando este cambio, demostrando que excelencia y sostenibilidad pueden ir de la mano.

Restaurante Soul Simancas

En Soul Simancas, la tradición y el buen ambiente se dan la mano en un espacio que mira al futuro sin perder la esencia. Heredero de la histórica Cafetería Simancas 15, este restaurante situado en la calle Vargas ha sabido renovar su propuesta sin renunciar a lo auténtico. Su carta apuesta por una cocina de base casera con un toque contemporáneo, donde destacan platos como los callos de la abuela o las rabas auténticas de peludín, elaborados siempre con producto local, fresco y de temporada. Pero si algo define a Soul Simancas es su visión integral de la sostenibilidad, pues desde la cocina hasta la sala, cada decisión busca reducir el impacto ambiental del negocio. «Procuramos aplicar métodos de eficiencia energética y de reutilización y reciclaje de recursos en todos los aspectos», explica Adrián García, propietario del establecimiento.

Entre las acciones que han puesto en marcha destaca la optimización de raciones para evitar el desperdicio de alimentos y el reaprovechamiento del género sobrante en nuevas elaboraciones del menú. Además, trabajan exclusivamente con proveedores de cercanía, fortaleciendo la economía local y reduciendo las emisiones asociadas al transporte. El compromiso también se nota en la energía ya que han sustituido la iluminación por bombillas LED, utilizan sensores de movimiento y han instalado un sistema automático que maximiza la luz natural, reduciendo el consumo eléctrico. A la hora de renovar equipos, optan por electrodomésticos con clasificación energética alta y libres de gases fluorados, minimizando así el impacto ambiental a largo plazo.

La implicación es colectiva. «Tenemos un protocolo claro para que todo el equipo aplique estas iniciativas. Todos están comprometidos», afirma García. Con esta actitud, Soul Simancas se posiciona como un ejemplo de hostelería que sabe que los pequeños gestos suman… y que la sostenibilidad no es una moda, sino parte del buen servicio.

Restaurante El Muelle

Ubicado en el histórico barrio pesquero de Santander, El Muelle es uno de esos restaurantes que honran el producto del mar sin olvidar lo esencial: protegerlo. Mariscos y pescados frescos, arroces sabrosos y carnes selectas protagonizan una carta donde la calidad va de la mano de un compromiso ambiental creciente.

La sostenibilidad aquí se traduce en acciones concretas y cotidianas. La gestión de residuos es una prioridad: papel, cartón, vidrio o plásticos se reciclan en los contenedores adecuados y todo el personal ha sido formado para hacerlo correctamente. «Lo importante es que todos participen. Si el equipo lo tiene interiorizado, las medidas se aplican solas», explican desde el restaurante. Ese compromiso también se transmite a los clientes, que cada vez valoran más que el buen producto venga acompañado de buenas prácticas. Otro eje central es el ahorro de recursos como el agua, para lo que han instalado reductores de caudal en los grifos y utilizan productos de limpieza respetuosos con el entorno. En cocina, trabajan con electrodomésticos de alta eficiencia energética, que reducen tanto el consumo eléctrico como la huella hídrica, sin comprometer la seguridad alimentaria ni el sabor de sus elaboraciones. El Muelle es un restaurante con una gran conciencia climática que, además, ofrece buen servicio y materias primas frescas y de temporada, lo que supone una experiencia que siempre dejará satisfecho al cliente.

Restaurante Los Picos de Europa

Desde 1950, la cafetería Los Picos de Europa es parte del paisaje urbano de Santander. Esta cafetería del centro de la ciudad es conocida por su ambiente acogedor y su carta variada, que incluye desde anchoas de Santoña o rabas crujientes hasta una reconfortante quesada pasiega. Es un lugar al que se puede ir a cualquier hora del día y ahora también, a consumir con conciencia.

La acción climática empieza por la cocina del establecimiento pues planifican cuidadosamente las compras, evitan el desperdicio de alimentos y aprovechan los excedentes en nuevos formatos o platos del día. Esta lógica evita malgastar recursos como el agua o la energía invertida en la producción y transporte de alimentos.

El compromiso sigue con el uso de materiales reutilizables o reciclados, como las botellas de vidrio rellenables o las servilletas y cubiertos de take away, que solo se entregan si son necesarios y siempre en versiones sostenibles. El objetivo es claro, ya que se busca generar menos residuos y tener menos impacto. En el ámbito energético, han sustituido toda su iluminación por bombillas LED, ya que minimizan el consumo de electricidad hasta un 80% en comparación a las bombillas incandescentes, y tienen el beneficio adicional de no incluir elementos contaminantes. Además, mantienen temperaturas eficientes en sus sistemas de refrigeración (5ºC en neveras y -18ºC en congeladores), ajustándose a las recomendaciones para reducir consumo y costes. El haber establecido procesos de trabajo y de acción climática en la lucha contra el cambio climático tiene un impacto real y tangible para el entorno, pero también para el cliente que busca, cada vez más, negocios comprometidos.

Restaurante El Sardi

A pocos metros de la playa del Sardinero, El Sardi es un restaurante familiar que ha sabido mantenerse fiel a su esencia de cocina tradicional, trato cercano y productos de la tierra. Aquí se sirven cocido lebaniego, caracoles de Cantabria o sopa de pescadores como se hacía antes pero con decisiones que miran al mañana.

Su compromiso ambiental es constante y práctico pues han tomado medidas sencillas pero efectivas para el ahorro de agua, como evitar goteos en grifos y utilizar sistemas de doble descarga en los inodoros. En la limpieza diaria, priorizan productos no agresivos, cuidando tanto el entorno como el bienestar del equipo. El reciclaje es otro pilar ya que separan residuos, eliminan productos de un solo uso y emplean envases reciclados para los pedidos para llevar. Estas decisiones no solo reducen la huella del local, también fomentan un consumo más responsable entre los clientes. Además, han dado un paso más importante con el consumo de energía 100% renovable. Gracias a un contrato con una comercializadora de origen verde, toda la electricidad del restaurante proviene de fuentes limpias como el sol, el agua o el viento. Una medida sencilla de aplicar, pero con gran impacto en la reducción de emisiones.